La resiliencia, si bien nos permite desarrollar habilidades, estrategias y redes de apoyo para afrontar la adversidad, el dolor, la pérdida o trauma con creces, y superarla de manera creativa para mejorar muchas de nuestras condiciones y calidad de vida, no es una receta para la felicidad.
¿A qué me refiero con esto? Hay personas que, por ejemplo, a partir de vivir una infancia difícil, carente de ternura y cuidados óptimos por parte de sus cuidadores principales, han desarrollado estrategias que les permiten ser autónomas, fortalecer las habilidades individuales y encarar los problemas con la certeza de que tienen las herramientas necesarias para superarlos a solas.
Su tenacidad, creatividad y perseverancia les permiten franquear las dificultades “a pesar de todo”, pudiendo destacar en ámbitos laborales, escolares, o cualquier otro de productividad, mejorando su nivel de vida, ingresos, reconocimiento, entre otros. Incluso, estas condiciones podrán prever que vuelvan a encontrarse en situaciones en las que la desventaja se les presente de manera cotidiana porque ya no dependerán de factores externos para andar el camino de manera más sencilla.
Sin embargo, esto no necesariamente les hará sentirse felices. Puede ser que tengan muchos momentos de alegría, de sentido de logro y eficacia que les inunde, habrá momentos en los que puedan apoyar a muchas otras personas a solventar sus problemas pero, en ocasiones, esto no les será suficiente para sentir la Felicidad Auténtica, la que surge desde el interior y crece con lo que se comparte, más que con lo que se consigue. Y, es por esto, que muchas veces seguirán repitiendo la dosis de trabajo, esfuerzo, viajes, relaciones o triunfos, sin que sientan la plenitud, generando un vacío que tratarán de llenar una y otra vez, esforzándose cada vez más, sobrecompensando. Esto pasa tanto en las personas exitosas que seguimos en redes sociales o programas televisivos, en las familias, así como en las escuelas, empresas e industrias (o emprendedores) que promueven la resiliencia o exitismo entre sus integrantes, pero siguen sin solventar problemas de seguridad laboral o mejora en los ambientes de convivencia y comunicación entre el personal, ni fomento de la conexión humana o ignoran por completo el sentido de vida de las personas, por ejemplo.
¿Es entonces necesario dejar de promover la resiliencia para promover únicamente la felicidad? Tampoco. Cuando se hace de esta manera, además de que las más de las veces se confunde la alegría eufórica con la felicidad genuina, puede haber personas que sientan alegría o júblio en las distintas áreas de su vida y, sin embargo, tengan que luchar constantemente por mantenerla, haciendo esfuerzos por reinterpretar continuamente su situación, mucho más cuando la alegría por sí sola no les garantiza el acceso a servicios de salud, educación, vivienda, o más factores mínimos para el desarrollo social y personal. La felicidad y la resiliencia, entonces, deben de equilibrarse. Para resumir, de manera simple (que remite a lo complejo): Promover la resiliencia para que superar la adversidad nos lleve no sólo a la Fortaleza y triunfo, sino también a la Felicidad Genuina.
Hay cuatro principios que pueden fomentar que lo consigamos:
1.- Facilitar el apoyo incondicional, solidario y genuino, así como las relaciones que nutren el pleno desarrollo personal y comunitario desde la compasión, el respeto y la cercanía emocional.
2.- Fomentar el sentido de autoeficacia y control percibido ante la adversidad, fortaleciendo la práctica de la tenacidad y perseverancia.
3.- Generar espacios compartidos y lúdicos de fortalecimiento de las habilidades adaptativas y de superación a la adversidad, de autorregulación y gestión emocional, de negociación y transformación positiva de conflictos interpersonales, y para la identificación y potencialización de las propias Fortalezas Humanas.
4.- Impulsar los sentimientos de fe, esperanza, optimismo y prácticas culturales que refuerzan el acercamiento a la vida y a la comunidad desde lo vivificante, pleno de sentido vital.
Obviamente, en cada ámbito se necesita manejarlos de manera distinta y conociendo específicamente lo que cada quien necesita, pues la promoción de la resiliencia tanto como de la felicidad no se logra con recetas universales, sino conociendo, en cada caso, lo que la persona busca para su Florecer Humano.
Sí, estoy convencido y lo he visto y vivido: Fomentar la Cultura en Resiliencia desde el enfoque de bienestar PERMA facilita vivir la Felicidad Auténtica, en comunidad… ¿Lo practicamos en ComúnUnión?
- Para recordar y conocer más sobre Resiliencia y el Enfoque PERMA de bienestar, puedes ver el artículo que publicamos al respecto en http://www.culturaenresiliencia.org/blog/resiliencia/resiliencia-y-el-enfoque-perma-de-bienestar/