Curioso, ¿no?
Que al dar, somos nosotr@s quienes más ganamos, la mayoría de las veces. Y no tiene que ver con leyes cósmicas de intercambio o cambaceo energético, sino con la naturaleza humana y lo que hemos aprendido con miles de años de evolución. Apoyar a otras personas, a otros seres vivos, practicar la #AmaHabilidad y ayudar a que alguien más alcance su felicidad, incrementa nuestra propia felicidad. La ciencia lo ha confirmado, y mi abuelita me lo decía constantemente. Y lo he vivido en carne, corazón y mente propias. ¿Recuerdas la última vez que tú lo viviste?
Dar genera dos ciclos virtuosos:
- Entre más damos, más proclives somos a dar una próxima vez.
- Dar o apoyar a otr@s a ser felices, nos genera mayor felicidad. Cuando más felices somos, más queremos apoyar a otr@s a ser felices.
Si nos detenemos a pensarlo un poco, resulta obvio: ayudar a otr@s contribuye a nuestra propia felicidad y bienestar porque somos seres altamente sociales y disfrutamos mucho vivir en comunidad, tranquila y amablemente, lo cual se facilita mucho más cuando todas y todos practicamos la generosidad. Cuando practicamos la generosidad, es más fácil establecer relaciones sociales profundas, más fuertes, de apoyo y solidaridad constante, que nos impulsan los sentimientos de felicidad y tranquilidad básicos para el bienestar.
HAY MUCHAS FORMAS DE DAR
A veces pensamos que la GENEROSIDAD se traduce únicamente en DAR cosas materiales, dinero u objetos, pero hay muchas formas más que no involucran ninguna de estas. En esencia, la Generosidad es una práctica en la que consideramos amorosamente a la otra persona, le brindamos nuestra atención plena para compartir momentos de cuidado, conexión, reconocimiento o apoyo (a esto es a lo que en PERMA: Cultura en Resiliencia, le llamamos #AmaHabilidad). Te compartimos aquí algunos ejemplos de cómo puedes practicarla, y que ¡son gratis!:
Sé amable, sin importar si conoces o no a la persona; sea familia, amistades, colegas, vecin@s, sin importar si son jóvenes o de edad adulta, de una raza u otra, o aquellas personas que lo necesitan, sea que estén cerca o lejos de casa (aplica también para nuestras interacciones en redes sociales)
Da tiempo, puede ser mediante el ofrecimiento de tus habilidades, compartiendo tus conocimientos o recursos, o bien, la lealtad o el grandioso hecho de estar presente y escuchar compasivamente.
Apoya a otr@s en las buenas y en las malas. Esto puede implicar ayudarle a alguien a que aprenda o crezca, que desarrolle y emprenda ideas, o que fortalezca sus relaciones con otras personas (desde la ternura radical).
Libera del peso extra a alguien. Cuando alguien está teniendo un momento muy difícil (una amistad, familiar o colega, por ejemplo), y su forma de responder le está causando problemas a terceras personas, practica la compasión y dale espacio y comprensión, evitando juicios duros y anteponiendo el beneficio de la duda a sus acciones (poniéndole límites con amorosa firmeza, y dando tú el espacio necesario para que su desahogo no te afecte).
Intégralo a tu rutina, mediante acciones como hacer de la llamada a tus amistades y amores un hábito, facilitando tu continua mentoría a un/a colega más joven, reuniéndote regularmente con tus vecinos/as para mejorar aspectos de su barrio, o dándole un masaje cada viernes a tu pareja, entre muchas ideas más.
Pequeños grandes actos de generosidad. Dar generosamente no significa que tengan que ser GRANDES muestras de apoyo; Puede ser algo tan simple y concreto como compartir mensajes de motivación y empoderamiento, actos de reconocimiento público o privado, prestar tu atención plena por un momento, congraciarte con alguien a la distancia con una sonrisa sincera, o mandar un animoso saludo a alguien más.
Actúa por adelantado, no es necesario que esperes el momento urgente en el cual resuelvas alguna situación; puedes hacer algo especial por una amistad o familiar, entrenar para una carrera que patrocina a alguna fundación altruista, organizar un evento de caridad y recaudación de fondos, o apoyar en la mudanza o limpieza de la casa o jardín de alguien que te importa.
¡Aprovecha el momento! Cuando identifiques que alguien necesita apoyo o una mano extra, es el momento idóneo para ejercitar tu generosidad. Puede ser algo como ayudar a una persona a abrir la puerta del supermercado, o con sus bolsas de compras, acompañar a cruzar la calle a una persona mayor, dejarle un espacio de estacionamiento a alguien que viene detrás tuyo, o procurar una sana y sonora carcajada de alguien más.
Como dijo Winston Churchill, “Nos ganamos la vida con lo que obtenemos; nos hacemos de una vida con lo que regalamos”.
Y, para que tu práctica sea sentipensada, te sugerimos hagas una pausa de introspección y reflexión:
+ ¿De qué maneras has apoyado o brindado a otras personas en la última semana (poco o mucho)?
+ ¿Qué te impulsó a practicar la generosidad o AmaHabilidad?
+ ¿Qué impacto o reacción provocó tu generosidad en quien(es) la recibió(eron)?
+ ¿En qué te benefició a ti haber apoyado o brindado a otras y otros?
PRACTICANDO LA GENEROSIDAD DESDE LA NIÑEZ
Y, nuestro pequeño regalo para redondear esta entrega del blog, es una práctica que puedes incluir en tu rutina diaria para acompañar a las niñas y niños a que vayan practicando, de manera placentera, divertida y significativa, la GENEROSIDAD.
EL JUEGO DEL GENEROSO SECRETO
La premisa es muy sencilla:
Por lo menos una vez al día, durante una semana, tu hija o hijo realizará una acción altruista con una persona desconocida (o con la que convivan poco). Puede ser cualquiera de las posibilidades que te enlistamos anteriormente, o mediante algún regalo, un consejo, un apapacho o incluso un mensaje, ¡Cualquier cosa que pueda enriquecer la experiencia de apoyar!
Si crees que ya ayuda mucho o es muy amable en casa, entonces puedes diferenciar el acto de generosidad porque es desinteresado, no es una responsabilidad específica de las tareas de casa (o escuela), y es algo que hacemos no sólo para tener una buena convivencia con las personas con las que habitamos sino, sobre todo, para contribuir a la Felicidad ajena.
¿Qué te parece?
VARIANTE:
Si prefieres evitar el contacto de tu hij@ con personas extrañas, puedes hacer que el/la extrañ@ ¡Sea tu hij@!
Sólo tienes que conseguir (o confeccionar, con su ayuda) una máscara o capa para que se disfrace, se ponga su traje de Altruista-Boy o Altruista-Girl y sea el momento para ayudar o regalar algo a alguien de la casa… ¡Recuerda! lo importante es el acto de dar, en sí mismo, no tanto el reconocimiento por haber dado (así enfatizas en la práctica desinteresada de la generosidad).
¿Tienes alguna idea que nos quieras compartir generosamente para fomentar la Generosidad desde la infancia?
¡Nos encantaría saber de ella!
Excelente artículo.
Por años les hablamos a los hijos sobre valores. En este enfoque se llevan a la práctica con el desarrollo de la resiliencia que ha sido la pieza faltante en la educación de los valores que iniciamos a inculcar en la infancia.
¡Gracias por tu comentario!
Justo creemos que es importante reconocer el proceso en el que se aprende, no solo el resultado o los deseos, y educar en las posibilidades de aprender paso a paso, con esperanza y convición de hacia dónde vamos 😉